Seguro que alguna vez te ha picado el gusanillo de ponerte unas zapatillas y salir a correr. Normalmente, después de un día largo y duro de trabajo has pensado en salir a la calle y ponerte a correr para olvidarte de todo. Ahora está de moda ser un Runner. Cada vez más gente sale a correr, por el simple hecho de realizar algo de ejercicio.
Un primer aspecto importante a la hora correr es no parar en seco el entrenamiento e irnos a la ducha. Al igual que el calentamiento nos ayuda a entrar en esfuerzo de manera progresiva y sin riesgos de lesión, una correcta y progresiva vuelta a la calma nos ayudará a que muchos de los procesos sistemáticos del cuerpo se normalicen y así poder realizar acciones de plenitud como una ducha, agua refrescante e incluso beber e hidratarse con bebidas más acorde a la temperatura corporal.
Dentro de la vuelta a la calma podemos introducir los estiramientos para recuperar. No se trata de hacer estiramientos con la intención de mejorar la amplitud de movimiento, sino hacer estiramientos de intensidad media durante 15-20 segundos para descargar tensión de los músculos.
El frío también es una buena medida de recuperación para nuestras piernas, ya que es un antiinflamatorio natural e impedirá que aquellos músculos o zonas más solicitadas durante la carrera sufran excesiva inflamación y por tanto tengamos molestias tras la carrera. Un baño frío o sumergir las piernas en agua fría durante 5-10 minutos ayuda a reducir la inflamación muscular y las molestias.
Debes tener en cuenta que la primera pauta a tener en cuenta es el objetivo, ¿cuál es? ¿por qué quiero correr? Correr no tiene una única finalidad, debes estar seguro de tu motivación para correr y así mismo le darás la importancia a la recuperación. Debes empezar a mirar tus rutinas de calentamiento, estiramiento y rendimiento puntual a tu ritmo propio.
Los masajes son otro método de mejorar la recuperación post-esfuerzo, pero hay que saber hacerlos. Lo ideal es que alguien nos dé el masaje pero si no hay otra opción podemos realizar automasaje, siempre en sentido al corazón. En el caso de las piernas, sería amasar o friccionar los músculos de abajo hacia arriba, aplicando algún aceite para facilitar el proceso. Los masajes ayudan al retorno venoso y a estimular los procesos de recuperación.
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